Para presentar esa exposición, hubiera podido evocar los 312 metros que la componen, de los 300 millones de visitantes que subieron en ella (total en 2017) o de su fama mundial.

Simplemente, les comparto un poema de Maurice Carème, y les dejo observar el interior de la torre desde ángulos poco convencionales, esperando que su visita sea de ensueño.

Si, soy una jirafa,
Me dijo la torre Eiffel,
y si mi cabeza está en el cielo,
es para poder comer nubes más fácilmente,
porque me dan la vida eterna.
Pero tengo cuatro pies bien plantados,
en una curva del rio Seine.
No se puede aburrir uno en Paris:
las mujeres como polillas,
los hombres como hormigas,
se deslizan sin fin entre mis piernas
y los más locos y audaces,suben y bajan a la largo
de mi cuello como avispones.
Durante la noche, lamo a las estrellas.
Y si alguien me puede verme desde lejos,
es que muy seguido me trago una,así, como si nada.